EL SUSURRO CLANDESTINO

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"La Inducción sin abducción es ciega, la abducción sin inducción es vacía" "Jugar al juego por el bien del juego"

domingo, 1 de marzo de 2015

La triple estigmatización de la Inteligencia Competitiva

Seguramente nos será difícil encontrar una disciplina tan estigmatizada como la Inteligencia Competitiva, Hace tan solo escasos 10 años muy poca gente en España hablaba de esta disciplina que fue importada de países como Francia o EE.UU. Pero su inicio fue muy diferente en ambos países porque mientras que en Norteamerica nació de la mano del genial Michael Porter y dentro del área académica de la planificación estratégica de la empresa, en Francia el encargado de popularizarla fue el general en la reserva Alan Juillet, con la creación de un departamento de inteligencia económica para el gobierno francés. 

Sin entrar a dilucidar las diferencias entre Inteligencia Competitiva (Empresas) e Inteligencia Económica (Estados) que frecuentemente se confunden, lo que parece claro es que estamos hablando de dos orígenes muy diferentes: el americano es un origen académico y universitario y el francés es un origen con claras reminiscencias militares. No es momento éste, tampoco, de entrar en la discusión sobre si es o no es factible el aprovechamiento de técnicas de empresa en el mundo militar y viceversa. A mí esto me parece más que evidente si echamos tan solo un vistazo a muchas de las áreas de conocimiento empresariales que nacieron a la sombra de innovaciones militares (como la investigación de operaciones) o de gente (como ya he mencionado en otro post) que vivió a caballo entre la estrategia empresarial y la militar como MacNamara.

En nuestro país la disciplina está estancada por tres estigmas diferentes:

1. La Inteligencia Competitiva no es espionaje industrial (aunque el espionaje industrial exista)

El primero de ellos tiene que ver con que mucha gente confunde la disciplina con espionaje empresarial. Aunque éste es una realidad en el mundo corporativo (no como alguno de los pretendidos gurús españoles en la materia, suele decir), la inteligencia competitiva no tiene nada que ver con espionaje y sí con análisis de información para asesorar la toma de decisiones del CEO basándose en información de diferentes fuentes, en unas técnicas de análisis determinadas, y en la capacidad del analista para utilizarlas.

2.  Inteligencia Estratégica no es lo mismo que Inteligencia Competitiva.

Ambas disciplinas comparten una base, esto es, la información y la capacidad para tratarla y sacar conclusiones útiles, pero una no tiene nada que ver con la otra. La inteligencia estratégica, esto es, la inteligencia que se elabora en un servicio de inteligencia clásico, requiere unos conocimientos y capacidades muy diferentes a los que requiere el mundo de la empresa. En esta confusión han tenido mucho que ver las universidades y algunos postgrados. Cuando uno prepara un máster debe tener claro a quién va dirigido y lo que pretende enseñar a los alumnos. No vale decir, como algunos, que se van a formar analistas para temas de seguridad y defensa y luego decir que también van a ser analistas de Inteligencia Competitiva sin solución de continuidad, porque al final no se sabe muy bien que es lo que son.

3. La carencia de un corpus teórico normalizado y de consenso sobre las capacidades del analista.

Lo cierto es que a día de hoy cada máster en esta temática es un mundo. Los hay de los más dispares. Algunos sólo hablan de generalidades, otros tratan de profundizar verdaderamente en las tareas de análisis pero lo cierto es que no siguen programas más o menos parecidos ni tratan los mismos temas. Tampoco existe un consenso sobre las capacidades del analista y esto, en parte, se debe a que el ámbito académico ha tratado de imponer su visión sin tener en cuenta las necesidades de las empresas. Por poner solo un ejemplo algunos llevamos tiempo insistiendo en la necesidad perentoria de incluir la formación estadística en los programas, pero no somos escuchados: "Vox clamantis in deserto". Y ya que hablamos de capacidades dejemos claro que un analista no es un documentalista, con todo el respeto para la profesión.

Otro tema importante es la endogamia instalada en el mundillo. Hay gente que se cree con el derecho de decidir quién sabe de inteligencia competitiva y quién no, supuestos "gurús" que tratan de desprestigiar a los que no son de su palo o no les ríen las ocurrencias. Lo único en lo que nos tenemos que fijar para saber eso es si el individuo en cuestión cuenta con una formación académica universitaria reglada que avale sus conocimientos o si ha tenido experiencia laboral real desempeñando esas tareas. Más de uno se sorprendería al leer el currículum académico y la experiencia laboral de más de uno de estos supuestos "gurús". Alguno, incluso, es capaz de pronosticar, después de un sesudo análisis, supongo, que en España se van a necesitar 1000 analistas de inteligencia aunque dudo que sepa realizar correctamente una Cadena de Valor.

Mientras todos estos problemas no se solucionen, la disciplina seguirá estigmatizada e instalada en tierra de nadie, entre la desconfianza del mundo académico y el escepticismo del mundo empresarial.

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