EL SUSURRO CLANDESTINO

EL SUSURRO CLANDESTINO
"La Inducción sin abducción es ciega, la abducción sin inducción es vacía" "Jugar al juego por el bien del juego"

domingo, 22 de junio de 2014

NEOCOLONIZACIÓN Y SEGUNDA GUERRA FRÍA

Dos de la doctrinas que impregnan el pensamiento geoestratégico de los EE.UU son la doctrina Brzezinski y la doctrian Wolfowitz. La primera de ellas, con claras reminiscencias de la Guerra Fría, afirma que si los EE.UU quieren seguir siendo la potencia hegemónica, deben controlar el pivote euroasiático. Para .Brzezinski esto podía ocurrir de una manera más o menos pacífica mediante las operaciones encubiertas y el soborno del gobierno ruso para crear una Rusia confederada. En otras palabras, romper a Rusia en estados semi-autónomos cuyos políticos pudieran ser sobornados por los dólares de Washington. Para Brzezinsk tanto China como una Rusia confederada son marco para una seguridad transcontinental.

La doctrina del neoconservador Paul Wolfowitz va en la misma línea pero utilizando medios diferentes. Así asegura:
"Nuestro primer objetivo es prevenir el resurgimiento de un nuevo rival, ya sea en el territorio de la antigua Unión Soviética o en otro lugar [China] que representa una amenaza en el orden de la planteada anteriormente por la Unión Soviética. Esta es una consideración dominante que subyace a la nueva estrategia de defensa regional y requiere que nos esforzamos para evitar cualquier potencia hostil domine una región cuyos recursos, bajo control consolidado, suficientes para generar energía global ".
La diferencia entre una doctrina y otra salta a la vista. Mientras Brzezinski aboga por una especie de inclusión mediante medios más o menos pacíficos y diplomáticos, Wolfowitz parece dispuesto a recurrir a la fuerza militar combinada en el interior del país con operaciones subversivas o incluso el financiamiento de organizaciones terroristas.

Si Latinoamérica fue el escenario para la primera guerra fría, África pronto se convertirá, si es que no lo es ya, en el escenario de la segunda. Los recursos del continente africano representan el 90% de los recursos estratégicos que quedan en el planeta, contando entre ellos el petróleo, el gas o el coltán. Hablamos, pues, en términos de lo que se podría llamar una nueva “neocolonización” del contienente africano.
China es el principal socio comercial para la mayoría de los países de África: invierte en minas, pozos de petróleo e infraestructuras. En realidad, actúa peor que los colonizadores europeos en su momento. El diario 'International Business Times' estima que China asignó a los países de África un total de 150.000 millones de dólares en los últimos cinco años, entre inversiones directas, préstamos y cooperación al desarrollo. El Centro para el Desarrollo Global, un laboratorio de ideas estadounidense enfocado al desarrollo internacional, da una cifra mucho más modesta: 75.400 millones de dólares entre 2000 y 2011. Los mayores receptores de la inversión china son Nigeria, Ghana, Argelia, Etiopía, Sudán, Sudán del Sur, Mauritania, Angola, Zimbabue, Guinea Ecuatorial, Camerún, Zambia y África del Sur.
Los analistas calculan que solo en Nigeria China tiene más de 40 importantes proyectos de cooperación al desarrollo en marcha. Para hacerse una idea, uno de estos proyectos de largo plazo lanzado ya en 2006 tiene un coste estimado de 5.380 millones de dólares e implica la edificación de infraestructura "a cambio del derecho preferencial en subastas petroleras". Solo en 2013, Pekín dirigió 9.200 millones de dólares al sector energético nigeriano.

La posición de Rusia en África es mucho más precaria. En 2011, el comercio entre Rusia y el continente no sumaba 4.500 millones de euros, ni siquiera el 4% del chino. Además, está muy concentrado en algunos países y productos. El año pasado, África representaba, por otra parte, sólo 1.5% de la inversión rusa en el extranjero, mientras ésta era para el continente insignificante. No obstante, Rusia puede tener un papel estratégico importante a la hora de colaborar con China en el desgaste de EE.UU.

Mientras tanto, los EE.UU siguen haciendo los deberes en el que un día fue el patio trasero de Francia, que ha visto su influencia enormemente desplazada. El AFRICOM, anunciado por la Casa Blanca en febrero de 2007 como un dispositivo articulado en cinco bases juega un doble papel. Por un lado declara su carácter diplomático y de ayuda al desarrollo y por otro establece su principal cometido como el apoyo militar a la política estadounidense en África. En esta fecha, el entonces asesor del Departamento de Estado estadounidense Dr. J. Meter Pham habló acerca de los objetivos estratégicos del AFRICOM: "proteger el acceso a los hidrocarburos y otros recursos estratégicos que África posee en abundacia y asegurarse que ninguna tercera parte interesada como China, India, Japón o Rusia, obtiene monopolios o trato preferencial". Se puede decir más alto pero no más claro.

El papel de la Unión Europea presenta una doble vertiente. Por un lado se trata de asegurar el suministro energético sobre todo de los países del sur de Europa como España o Italia y por otro ser el apoyo como cuarto en danza de los EE.UU frente a los intereses de China y Rusia a la espera de los posibles beneficios que esto podría revertir a corto y medio plazo.

España, en concreto, jugará un papel en primera fila. A la base americana en Rota hay que añadir el reciente despliegue en la República Centroafricana y los crecientes esfuerzos de los servicios de inteligencia española para mantener una cobertura viable cuando estallen lo que se vislumbra como inevitables conflictos de intereses. Francia, por su parte, acaba de enviar un contingente de 3000 soldados.


Con todo, la serie de conflictos asimétricos que se preveen arroja una perspectiva menos mala que la de un posible conflicto nuclear entre las grandes potencias. Quizás unas cuantas bofetadas y patadas pueden evitar lo que se presume como un golpe mortal.

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