Dos de la doctrinas que impregnan
el pensamiento geoestratégico de los EE.UU son la doctrina Brzezinski y la doctrian Wolfowitz. La primera de ellas, con claras
reminiscencias de la Guerra Fría, afirma que si los EE.UU quieren seguir siendo
la potencia hegemónica, deben controlar el pivote euroasiático. Para .Brzezinski
esto podía ocurrir de una manera más o menos pacífica mediante las operaciones
encubiertas y el soborno del gobierno ruso para crear una Rusia confederada. En
otras palabras, romper a Rusia en estados semi-autónomos cuyos políticos
pudieran ser sobornados por los dólares de Washington. Para Brzezinsk tanto
China como una Rusia confederada son marco para una seguridad transcontinental.
La doctrina del neoconservador Paul Wolfowitz
va en la misma línea pero utilizando medios diferentes. Así asegura:
"Nuestro primer objetivo es prevenir
el resurgimiento de un nuevo rival, ya sea en el territorio de la antigua Unión
Soviética o en otro lugar [China] que representa una amenaza en el orden de la
planteada anteriormente por la Unión Soviética. Esta es una consideración
dominante que subyace a la nueva estrategia de defensa regional y requiere que
nos esforzamos para evitar cualquier potencia hostil domine una región cuyos
recursos, bajo control consolidado, suficientes para generar energía global
".
La diferencia entre una doctrina y otra
salta a la vista. Mientras Brzezinski aboga por una especie de inclusión
mediante medios más o menos pacíficos y diplomáticos, Wolfowitz parece
dispuesto a recurrir a la fuerza militar combinada en el interior del país con
operaciones subversivas o incluso el financiamiento de organizaciones
terroristas.
Si Latinoamérica fue el escenario para la
primera guerra fría, África pronto se convertirá, si es que no lo es ya, en el
escenario de la segunda. Los recursos del continente africano representan el
90% de los recursos estratégicos que quedan en el planeta, contando entre ellos
el petróleo, el gas o el coltán. Hablamos, pues, en términos de lo que se
podría llamar una nueva “neocolonización” del contienente africano.
China es el principal socio comercial para
la mayoría de los países de África: invierte en minas, pozos de petróleo e
infraestructuras. En realidad, actúa peor que los colonizadores europeos en su momento.
El diario 'International Business Times' estima que China asignó a los países
de África un total de 150.000 millones de dólares en los últimos cinco años,
entre inversiones directas, préstamos y cooperación al desarrollo. El Centro
para el Desarrollo Global, un laboratorio de ideas estadounidense enfocado al
desarrollo internacional, da una cifra mucho más modesta: 75.400 millones de
dólares entre 2000 y 2011. Los mayores receptores de la inversión china son
Nigeria, Ghana, Argelia, Etiopía, Sudán, Sudán del Sur, Mauritania, Angola,
Zimbabue, Guinea Ecuatorial, Camerún, Zambia y África del Sur.
Los analistas calculan que solo en Nigeria
China tiene más de 40 importantes proyectos de cooperación al desarrollo en
marcha. Para hacerse una idea, uno de estos proyectos de largo plazo lanzado ya
en 2006 tiene un coste estimado de 5.380 millones de dólares e implica la
edificación de infraestructura "a cambio del derecho preferencial en
subastas petroleras". Solo en 2013, Pekín dirigió 9.200 millones de
dólares al sector energético nigeriano.
La posición de Rusia en África es mucho
más precaria. En 2011, el comercio entre Rusia y el continente no sumaba 4.500
millones de euros, ni siquiera el 4% del chino. Además, está muy concentrado en
algunos países y productos. El año pasado, África representaba, por otra parte,
sólo 1.5% de la inversión rusa en el extranjero, mientras ésta era para el
continente insignificante. No obstante, Rusia puede tener un papel estratégico
importante a la hora de colaborar con China en el desgaste de EE.UU.
Mientras tanto, los EE.UU siguen haciendo
los deberes en el que un día fue el patio trasero de Francia, que ha visto su
influencia enormemente desplazada. El AFRICOM, anunciado por la Casa Blanca en
febrero de 2007 como un dispositivo articulado en cinco bases juega un doble
papel. Por un lado declara su carácter diplomático y de ayuda al desarrollo y
por otro establece su principal cometido como el apoyo militar a la política
estadounidense en África. En esta fecha, el entonces asesor del Departamento de
Estado estadounidense Dr. J. Meter Pham habló acerca de los objetivos
estratégicos del AFRICOM: "proteger el acceso a los hidrocarburos y otros
recursos estratégicos que África posee en abundacia y asegurarse que ninguna
tercera parte interesada como China, India, Japón o Rusia, obtiene monopolios o
trato preferencial". Se puede decir más alto pero no más claro.
El papel de la Unión Europea presenta una
doble vertiente. Por un lado se trata de asegurar el suministro energético
sobre todo de los países del sur de Europa como España o Italia y por otro ser
el apoyo como cuarto en danza de los EE.UU frente a los intereses de China y
Rusia a la espera de los posibles beneficios que esto podría revertir a corto y
medio plazo.
España, en concreto, jugará un papel en
primera fila. A la base americana en Rota hay que añadir el reciente despliegue
en la República Centroafricana y los crecientes esfuerzos de los servicios de
inteligencia española para mantener una cobertura viable cuando estallen lo que
se vislumbra como inevitables conflictos de intereses. Francia, por su parte,
acaba de enviar un contingente de 3000 soldados.
Con todo, la serie de conflictos
asimétricos que se preveen arroja una perspectiva menos mala que la de un
posible conflicto nuclear entre las grandes potencias. Quizás unas cuantas
bofetadas y patadas pueden evitar lo que se presume como un golpe mortal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario