El filósofo inglés Francis Bacon acuñó la célebre frase
“la información es poder”. Nadie duda en la sociedad actual que la información
es poder y, en muchas ocasiones, dinero. Esto ha hecho que el uso de la
información sea uno de los pilares fundamentales de la política actual.
Frecuentemente los cambios políticos se desarrollan a partir de un
cuestionamiento que después desemboca en un posicionamiento. Examinaremos más
de cerca estos dos conceptos que, lejos de obedecer a la lógica binaria de
contrarios, son dos fases, muchas veces conectadas, de un mismo proceso.
El cuestionamiento es una actitud intelectual de
unos pocos privilegiados. El cuestionamiento empieza a adquirir importancia
política cuando es compartido por un grupo importante (bien sea cualitativa o
cuantitativamente) de personas en la sociedad. Para que esto suceda, muchas
veces juega un papel fundamental la filtración de información, hasta entonces
oculta o intencionalmente ocultada (no es lo mismo) a los medios de
comunicación. La filtración de información es una forma relativamente reciente
que ha sucedido a las antiguas campañas propagandistas. Ambas formas, aunque
diferentes, comparten la misma finalidad. Esta información puede ser objetiva y
real o manipulada. Los partidos políticos se ven muchas veces inmersos en esta
batalla de la información. Pero, para ser honestos, debemos decir que no siempre
quien gana la batalla de la información gana la batalla política, es decir,
aunque exista correlación entre estas dos variables, entran en juego muchas
otras.
Una vez que el cuestionamiento ha sido instalado
socialmente es más fácil el posicionamiento a favor o en contra. Cabe señalar
aquí que no siempre la filtración de información busca acabar con un
determinado sistema, sino que, a veces, es el mismo sistema quien filtra la
información para defenderse y lograr más apoyos sociales. Por tanto, a la hora
de valorar como analistas determinadas filtraciones de información debemos
distinguir si han sido favorecidas desde dentro o desde fuera del sistema. Para hacerlo
tenemos que preguntarnos sobre la finalidad que busca. La pregunta ¿Qui
prodest? puede ser una forma de empezar. También puede ser útil distinguir
entre causa próxima y causa remota, pues ambas pueden buscar distinta
finalidad.
A lo largo de la historia, los cambios políticos y
las transiciones han llevado parejos los elementos que acabamos de mencionar. Pero,
algunas veces, el cuestionamiento no dio paso al posicionamiento, sino
directamente al uso de la fuerza. Tal es el caso de la política
intervencionista de los EE.UU en Latinoamérica. Aunque este modelo, esto es,
organizar el golpe al sistema sin el posicionamiento previo de la opinión
pública y la participación ciudadana, tuvo éxito en el pasado, en la actualidad
resulta posible, aunque menos viable en países avanzados democraticamente y es
sancionado por la comunidad internacional como ilegítico, como demuestran los
recientes acontecimientos en Paraguay.
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