Es importante prestar atención a este tipo de
mecanismos psicológicos porque subyacen en muchos de los fallos de inteligencia
individuales que, posteriormente, se ven tristemente reflejados en el trabajo
de equipo. Usualmente suelen detectarse cuando el analista pasa los test
psicológicos habituales y esto constituye para la persona una poderosa
herramienta no ya para su trabajo en inteligencia, sino para su propia vida
personal. Aquí el lema socrático del “Gnosce te ipsum (conócete a ti mismo) se
nos manifiesta con toda su crudeza. Conocernos a nosotros mismos es el primer
paso para establecer un conocimiento válido de la realidad que nos envuelve. La tipología que aparece a continuación está elaborada a partir de un capítulo de la obra "La inteligencia fracasada" del filósofo español José Antonio Marina.
1. Deficiencias
del deseo
La voluntad es la
motivación dirigida por la inteligencia. Si no existe deseo, falta la materia
prima de la voluntad, como sucede en los cuadros depresivos. La desgana, el
desánimo y el cansancio son fenómenos de enorme complejidad (a medio camino
entre la biología y la psicología) que estudian los expertos. El deseo es una
llamada a la acción, por eso otra de sus deficiencias aparece cuando el deseo
no va seguido del impulso de actuar. La palabra desidia significa,
etimológicamente, “pródigo en deseos”. La falta de motivación en un analista
puede tener muchas causas: falta de reconocimiento por parte de sus superiores,
rutina, cansancio, problemas personales y un largo etc. Pero todo esto puede
influir de una forma muy negativa e inconsciente en su trabajo. Por eso una de
las ventajas de formar equipos de analistas es que unos pueden caer en la
cuenta del estado de ánimo de los otros e intentar paliar, en la medida de lo
posible, ese déficit.
2. Esclavitud
de la voluntad
Aparece cuando las
posibilidades de elección son limitadas drásticamente por elementos
fisiológicos o psicológicos. Las adicciones, los lazos emocionales y algunas
emociones como el miedo, sirven de ejemplo. Algunos de ellos ejercen tal
influencia que crean el espejismo de que sin ellos no se puede sobrevivir. El
término adicción procede de una palabra inglesa tomada prestada del viejo
francés. Es un término legal drásticamente expresivo. Significaba el poder
disponer del cuerpo ajeno en pago de una deuda.
Este tipo de
vulnerabilidades son investigadas en el aspirante a ingresar en un servicio de
inteligencia, porque pueden poner en peligro la seguridad del Estado.
3. La
impulsividad
Es la falta de control
de los impulsos. Muchos autores consideran que es un factor que aumenta la
probabilidad de comportamientos delictivos, antisociales o criminales. Conviene
distinguir tres fenómenos diferentes: impulsividad, compulsión y automatismo.
Conviene distinguir tres fenómenos diferentes: conducta impulsiva, compulsiones
y automatismo.
En la conducta
impulsiva hay motivación, idea directriz, conciencia lúcida, pero falta deliberación.
Se pasa directamente al acto. La acción es involuntaria, violenta, imperiosa y
explosiva. La impulsividad es un rasgo temperamental, es decir, se nace con
ella, pero mediante el aprendizaje puede fomentarse o amortiguarse.
Las compulsiones se
diferencian de la impulsividad porque son acciones reflexivas y van acompañadas
de una lucha interior.
Los automatismos son
involuntarios, no hay idea consciente ni conciencia reflexiva ni
discernimiento. Los tics son un ejemplo.
4. La
procastinación
Significa dejar algo
para mañana. En castellano tenemos dos palabras vecinas: “postergar” que
significa “dejar algo para hacerlo más tarde o después de otra cosa a la que en
orden normal precedería” y “diferir” que significa “no hacer algo en el momento
en que se había pensado, sino dejarlo para más tarde”. Son significados muy
semejantes pero no son sinónimos de procastinación porque ésta no es un simple
aplazamiento ni es negarse a hacer una cosa. La procastinación es desidia, pero
una desidia acompañada de complejas tácticas dilatorias. El procastinador toma
la firme decisión de hacer una cosa mañana, decisión que volverá a ser aplazada
con la misma resolución al día siguiente. Tiene, pues, una gran fuerza de
voluntad para actuar en el futuro, pero una débil voluntad para el presente. Es
como si se diera a sí mismo un talón con fecha renovable. El procastinador
tiene su propia concepción del tiempo. Suele pensar que realizar una tarea va a
ocupar más tiempo de lo que en realidad ocupa, que no vale la pena iniciar una
cosa si no se va a terminar del tirón y que poco tiempo es ningún tiempo.
Manejan el tiempo al por mayor y no al menudeo, que es como de hecho lo
vivimos. Gregorio Marañón se consideraba un “trapero del tiempo”. En efecto,
hay pequeños retales, huecos de tiempo entre una ocupación y otra, que el
procastinador despilfarra.
5. La
indecisión
Es un corte, una
separación, un salto. Etimológicamente, procede de caedere, que significa
cortar. Después de la deliberación, tengo que elegir una cosa u otra. Este acto
supone para muchas personas un obstáculo casi insalvable. En algunos casos es
un fenómeno patológico. La indecisión casa muy mal con el trabajo cotidiano de
un servicio de inteligencia, pues a menudo deben tomarse decisiones rápidamente
con poca información (puzle incompleto) y que conllevan riesgos.
6. La
inconstancia y la obcecación
Los proyectos largos,
en los que hay que vencer obstáculos, requieren una renovación de la decisión,
una persistencia en el empeño. Un fracaso de la inteligencia es cesar en el esfuerzo
antes de tiempo. Eso es la inconstancia. Según los psicólogos la causa estriba
en una dificultad para soportar el esfuerzo o para aplazar la recompensa. Es
también una característica temperamental que puede fortalecerse o debilitarse
mediante los hábitos oportunos. Las sociedades determinan en cada momento
histórico, y por procedimientos sutiles y complejos, el nivel de molestia
soportable. Los psicólogos han estudiado técnicas para el aprendizaje del
aguante o “toughness”. Cualquier persona puede entrenarse, siguiendo estas
técnicas, para soportar el esfuerzo.
En el polo opuesto se
sitúa la obcecación. Quienes han realizado un sacrificio en dinero, tiempo o
esfuerzo para hacer algo tienden a continuar haciéndolo a pesar de que les
suponga más perdidas que ganancias. Es lo que se conoce con el nombre de “error
del inversionista”. Los generales son famosos por insistir en emplear
estrategias cuya inutilidad está claramente demostrada. En la Primera Guerra
Mundial era evidente, aunque sólo fuera por Verdún, que en la guerra de
trincheras los ataques directos no sólo estaban condenados al fracaso, sino que
suponían más perdidas para los atacantes que para los defensores. Sin embargo,
en la batalla de Somme, el general Haig, que en las primeras horas ya había
perdido 57.000 hombres, siguió atacando las posiciones alemanas con nuevas y
terribles pérdidas de tropas[1].
Como el lector podrá imaginar tanto la inconstancia como la obcecación son
peligrosas amistades para el analista de inteligencia. A veces, una
investigación puede durar meses o incluso años, puede estancarse cuando las
líneas de investigación llegan a un callejón sin salida y volver a retomarse
casi por azar. En este caso la constancia se torna imprescindible. De igual
forma, la obcecación en seguir una determinada línea de investigación cuando no
aporta resultados, puede ser tremendamente peligrosa.
[1]
Dentro del Curso Superior de Inteligencia Económica, tuve la suerte de recibir
algunas clases del general Valentín Martínez Valero, antiguo director del
CIFAS. En una de ellas, y a modo de ejemplo, expuso cómo hasta hace poco se
concedían medallas a oficiales que habían tomado ciertas posiciones enemigas,
aunque hubiesen perdido 20 o 30 hombres en la acción. Más que el valor se
premiaba la ineficacia.
Yo soy el encargado de las entrevistas para las vacantes para analista de mi empresa y este artículo me ha ayudado a refrescar ideas, muchas gracias y un saludo.
ResponderEliminarSoy yo o en la foto primera vas mirando... ejem digamos la espalda de la soldado de delante jeje.
ResponderEliminarDespués de dos horas de marcha a buen paso y calado hasta los huesos por la lluvia incesante solo puedes pensar en llegar cuanto antes al destino.
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