EL SUSURRO CLANDESTINO

EL SUSURRO CLANDESTINO
"La Inducción sin abducción es ciega, la abducción sin inducción es vacía" "Jugar al juego por el bien del juego"

viernes, 23 de marzo de 2012

LA ENCRUCIJADA CUBANA: RETO Y OPORTUNIDAD


Un estudio del problema cubano que aspire a ser inclusivo y serio debe, inevitablemente, utilizar las herramientas conceptuales de la conflictología que une y establece sinergias entre la teoría de la transitología y la teoría de las relaciones internacionales. La teoría de la transitología es una escuela de pensamiento que centra su atención en los factores endógenos en sistemas totalitarios o autoritarios y compara con otros que han transitado hacia regímenes democráticos. Apoyándose en estudios comparativos, esta escuela de pensamiento intenta detectar los “drivers” o variables críticas que facilitan u obstaculizan el camino de la transición democrática. Esto no puede significar, en modo alguno, relegar, al baúl de los recuerdos en el análisis, las influencias exteriores (como es el caso de los EE.UU) dentro del marco de la Teoría de las Relaciones Internacionales.
Si algo define la situación cubana actual es la palabra incertidumbre y si algo preocupa al “establishment” cubano es cómo diseñar un proyecto de transición que garantice sus intereses como grupo social dado que la posibilidad de mantener el poder político con una apertura económica como el caso Chino parece cada vez menos viable y posible debido a la confluencia de intereses internacionales en la isla y a la propia evolución de la sociedad cubana y el aumento de las tensiones raciales, generacionales y sociales internas. La hipótesis de un escenario de transición pactada llevaría adjunta la reclamación por parte de la élite política de un período de control no inferior a una década sobre la economía, las fuerzas armadas y el sistema político. La posibilidad de que Cuba se convirtiese en un estado fallido es algo que ni siquiera se plantea la administración Obama, debido a las consecuencias negativas inmediatas que esto tendría para su país.
Dentro de la hipótesis de la transición hacia un sistema democrático, tendrían especial interés los facilitadores o “terceros actores”, pero solo sería viable (debido a la reticencia del gobierno cubano a las injerencias en su soberanía nacional) la participación de un grupo de gobiernos y nunca de uno aislado. Dentro de ese grupo, España debería jugar su papel buscando sinergias  con el Vaticano, que ya ha comenzado a dar pasos en esta dirección, como veremos más adelante. Sin embargo, la postura americana pudiera ser reticente y más si tenemos en cuenta los movimientos precipitados e imprudentes de algunas empresas españolas como telefónica, llamada recientemente al orden por el gobierno de Obama a través de la SEC (Securities and Exchange Commission)[1]. Y más, teniendo en cuenta que los movimientos e inversiones de las empresas españolas en Cuba ya estaban siendo seguidas e investigadas por el gobierno de EE.UU, como han revelado recientemente los cables de Wikileaks (http://www.elpais.com/documentossecretos/geo/cuba/)
Hay que tener en cuenta, además, que los EE.UU y la Unión Europea defienden diferentes puntos de vista sobre las pautas que debe seguir el tan ansiado proceso de transición de Cuba hacia la democracia, basados en sus respectivos intereses económicos. En la postura de la Unión Europea, España ha ejercido una influencia decisiva, pero cohabitan diferentes actitudes en los estados miembros que oscilan entre la flexibilidad y cercanía propugnada por el gobierno de Madrid y la firmeza e intransigencia de los países del antiguo bloque soviético, que ven en Cuba una dictadura semejante a la padecida por ellos.
Washington defiende el modelo de una transición rápida, con un rápido hundimiento del régimen castrista sustituido por un gobierno democrático en el cual el exilio cubano afincado en Miami tuviese un peso específico y significativo. El nuevo gobierno debería solucionar rápidamente dos cuestiones: implantación del libre mercado y el pago de las indemnizaciones reclamadas por las expropiaciones realizadas en nombre de la revolución. Por el contrario, la Unión Europea, incluida España, es partidaria de un cambio gradual y prolongado en el tiempo en el que el aparato del actual régimen ejerciera la iniciativa política[2]. En este gradualismo defendido por Europa pesa de manera decisiva el mantenimiento de los intercambios comerciales y las inversiones realizadas en la isla por los países europeos.
La administración Obama ha suavizado enormemente la actitud mantenida por sus predecesores hacia Cuba y ha buscado nuevas vías de diálogo con la isla, algo a lo que se había comprometido con su electorado cuando era candidato a la presidencia. Entre otras medidas ha facilitado y flexibilizado las visitas a la isla y el envío de dinero a sus residentes, pero sin levantar formalmente el embargo que pesa sobre el régimen comunista de La Habana desde los años 60, que no tiene visos de llevarse a cabo sin mediar cambios significativos por parte de las autoridades cubanas. La trágica muerte de Orlando Zapata, de la que se hicieron eco todos los medios de comunicación y la represión de las Damas de Blanco no han hecho sino entorpecer este acercamiento y flexibilidad. A la par, la administración Obama sigue apoyando la oposición interna, pero no a través de los anticastristas de Miami, como lo hacía Bush, sino recurriendo a contratistas privados que reparten entre los disidentes equipos de comunicación y ordenadores
Aparte de las relaciones bilaterales, la política española hacia Cuba se ha venido desarrollando en tres plataformas:
·         La Comunidad iberoamericana de Naciones, creada en 1991.
·         La Política Exterior y de Seguridad común de la Unión Europea (PESC).
·         Dentro de las relaciones trasatlánticas con EE.UU, que es el actor externo más importante junto con España.
En España, los debates en torno a la cuestión cubana no se escapan a las consecuencias del partidismo. Los partidos mayoritarios mantienen posiciones divergentes aún cuando coinciden en los objetivos y la estrategia global. Muchas veces, las divergencias son más retóricas que reales, puesto que en la práctica las políticas de ambos partidos no han sido tan distintas, pero suelen ser utilizadas como arma arrojadiza contra la oposición por los respectivos partidos y esto no ha favorecido en nada a los intereses económicos y culturales que España tiene en Cuba. El gobierno español ha mantenido una posición oscilante con Cuba, pasando de la presión a la persuasión, pero ninguna de estas dos posturas ha fructificado en el más mínimo avance democrático. En el año 2003, por ejemplo, la irritación castrista con Europa y en especial con España, llevó a movilizar a cientos de miles de manifestantes frente la embajada española en La Habana. Así las cosas, el gobierno de Zapatero trató de impulsar un acercamiento a Cuba y en Enero de 2005 la Unión Europea decidió la suspensión temporal de todas las sanciones diplomáticas vigentes desde 2003. Entre tanto, el régimen cubano ha logrado mejorar su posición internacional en todos los frentes[3], incluidas las relaciones con EE.UU desde que Obama alcanzó la presidencia.
Con toda probabilidad, España no tiene capacidad para influir decisivamente en la apertura democrática en Cuba de una manera aislada, pero tampoco la tiene EE.UU por sí solo. En este escenario, y dentro de la hipótesis de pilotar la transición en grupo, cobra especial relevancia la postura del Vaticano.
El Vaticano, por su parte, juega de una forma excelente sus cartas. Durante los últimos meses se ha constatado los movimientos de la diplomacia vaticana en torno a la cuestión de los presos políticos, pero han pasado desapercibidos algunos otros gestos que favorecen en gran medida la posición española. La presencia de la Compañía de Jesús en la isla ha sido un continuo incluso en los tiempos más duros de la revolución cubana emprendida por Fidel Castro. Hoy los jesuitas tienen presencia en toda la isla, que incluye parroquias en La Habana, Camagüei, Matanzas, Cienfuegos y Santiago de Cuba. Hay dos datos, además, que deberían tenerse en cuenta. El primero es que el general de los jesuitas es actualmente el español Adolfo Nicolás y el segundo es que hace escasamente un mes el sacerdote español Juan Miguel Aguirre ha sido nombrado superior de la Compañía de Jesús en Cuba sustituyendo al cubano Jorge Cela, con el beneplácito del Vaticano. Si hacemos caso del viejo axioma de que en la diplomacia vaticana nada es casualidad, este hecho resultaría especialmente significativo. Estos dos nombramientos favorecen, sin duda, la posible presencia del gobierno español en un hipotético proceso de transición. Y más aún si tenemos en cuenta las excelentes relaciones de la Casa Real española con el Vaticano. La próxima visita en marzo del Papa Benedicto XVI a Cuba sin duda servirá para apuntalar la estrategia Vaticana.
Uno de los proyectos ansiados por los jesuitas desde que las escuelas privadas fueran nacionalizadas por Fidel Castro en 1961 (la orden era propietaria del colegio de Belén en La Habana, donde estudió Fidel Castro), es llevar a la realidad un proyecto educativo en la isla que tenga un poco más de proyección y amplitud formativa que el Instituto Pedro Francisco Bonó de la Republica Dominicana[4]. La Iglesia entonces ejercería lo que Joseph Ney ha venido a acuñar como “soft power”. Por un lado, a corto plazo, podría ser la conductora de la paz y la estabilidad social evitando las temidas rencillas posteriores contra la actual élite cubana y por otro, más a largo plazo, sería decisiva en la formación de una nueva clase dirigente del país en consonancia con los valores democráticos.
Desde esta perspectiva sería un error que el gobierno español no acercase posturas con el Vaticano y más concretamente con el general de la Compañía de Jesús, pues ambos pueden prestarse ayuda y beneficiarse mutuamente. Entrar en el grupo de gobiernos conductor reportaría a medio plazo beneficios para los intereses económicos y comerciales de España en la isla y al mismo tiempo, contar con la ayuda española, supondría una ayuda extra para los jesuitas a la hora de hacer realidad su ansiado proyecto educacional en Cuba.

BIBLIOGRAFÍA:
·         DOMÍNGUEZ, J. Y GRATIUS, S. (2007). La política española ante la Cuba del futuro. The David Rockefeller Center for Latin America Studies (Working papers on Latin America), Nº 06/07-2
·         GARCÍA, R. (2010). La politica española hacia Cuba durante el gobierno de Rodríguez Zapatero. Congreso Internacional 1810-2010: 200 años de Iberoamérica, pp. 2203-2215
·         LACOSTE, Y. (2008) Geopolítica. La larga historia del presente. Síntesis: Madrid.
·         VV.AA (2008). Cuba: Presente y futuro. Real Instituto Elcano. Documento de trabajo/Working Paper 2008/11
·         Revista Política Exterior nº 123, 2008



[1] El aviso disuasorio se entiende mejor si examinamos que una de las siete medidas dictadas por la administración Obama en 2009 sobre Cuba se refiere a: “Otorgar licencias a proveedores de telecomunicaciones para realizar acuerdos de servicios de concetividad con proveedores de telecomunicaciones en Cuba”.
[2] Posición Común sobre Cuba de 2 de diciembre de 1996 (96/697/PESC) DOCE L 322 de 12.12.1996.
En su punto 1 dice así: “El objetivo de la Unión Europea en sus relaciones con Cuba es favorecer un proceso de transición hacia una democracia pluralista y el respeto de los derechos humanos y libertades fundamentales, así como una recuperación y mejora sostenibles del nivel de vida del pueblo cubano. Es muy probable que la transición sea pacífica si el régimen actual inicia por sí mismo o hace posible dicho proceso. La política de la Unión Europea no contempla provocar el cambio  mediante la aplicación de medidas coercitivas que tengan por efecto incrementar las dificultades económicas del pueblo cubano”.
[3] Venezuela, bajo el mandato de Hugo Chavez (y la influencia política del chavismo en otros regimenes latinoamericanos izquierdistas) se ha convertido en un aliado estratégico vital para la supervivencia del régimen. Entre los múltiples acuerdos entre ambos países destaca el relativo al suministro del petróleo, por el cual la compañía Petróleos suministra crudo a la isla en un régimen especial. Venezuela suministra a Cuba 90.000 barriles de crudo diarios, a un precio que se estima dos tercios inferior al valor del mercado. Teniendo en cuenta que el consumo diario cubano es de 120.000 barriles diarios, de los cuales produce unos dos tercios, el gobierno cubano puede disponer de un excedente de 50.000 barriles diarios procedentes de Venezuela para reexportarlos a precios de mercado, embolsándose la diferencia. A cambio entre 30.000 y 50.000 profesionales cubanos prestan sus servicios en Venezuela, especialmente en las áreas de sanidad, educación o deporte. (Manrique, Política Exterior nº123/2008, pp.26-27).

[4] Por más que los jesuitas intenten negar públicamente este hecho bajo el riesgo que pudiera ser tachado de un intento de recuperar los privilegios de la colonización y pudiera herir sensibilidades dentro de la propia Compañía, no exenta de tensiones internas. A este respecto pueden verse, por ejemplo, las declaraciones de Jorge Cela, recientemente nombrado superior de los jesuitas para América Latina: http://www.jornada.unam.mx/2012/03/06/mundo/023n1mun

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