Tradicionalmente las dos grandes
patas de un servicio de inteligencia corresponden al departamento de
inteligencia y al departamento de operaciones. Ambos mantienen una relación
casi simbiótica, pues el primero depende del segundo para llevar a cabo sus objetivos
y para la obtención de información sobre el terreno y el segundo depende de la
información suministrada por el primero para llevar a cabo sus operaciones. Es
una relación amor-odio de un matrimonio que discute en muchas ocasiones.
La inteligencia a nivel
estratégico difiere mucho de la del nivel táctico y operativo. Muchas veces una
buena ejecución en el nivel operativo salva una chapuza en el nivel táctico o
estratégico, pero jamás un buen trabajo en el nivel estratégico o táctico va a
ayudar a salvar un desastre en el nivel operativo.
Algunas operaciones fallan porque
ha faltado el tiempo necesario para planificarlas adecuadamente (el factor
tiempo es siempre la espada de Damocles para cualquier servicio de
inteligencia) y otras por errores que el lector consideraría estúpidos, pero
que, aun así, suelen suceder y de hecho suceden.
La preparación de cualquier
operación en inteligencia pasa por varias fases diferentes. En primer lugar, se marcan los
objetivos y prioridades a nivel estratégico. Habitualmente algunos de ellos ya
vienen delimitados en la directiva anual de inteligencia, pero, lógicamente
puede haber ciertas excepciones. Además, hay que dejar claro que estos
objetivos han sido previamente propuestos por el servicio de inteligencia al gobierno
tras los informes y análisis de los analistas de las distintas áreas. Después
de esto se establecen los objetivos por orden de prioridad que puede ser
motivada por diferentes factores.
A partir de ahí se estudia su
viabilidad a nivel táctico en cuanto a medios humanos y materiales, (hay que
tener en cuenta que en un servicio de inteligencia pueden darse dos o más
operaciones casi sincrónicamente) oportunidades, riesgos a asumir en caso de
fallo o calidad y pertinencia de la información disponible, entre otros.
El último paso consiste en
preparar la operación en sí. Esta preparación consta de tres fases diferentes
(a estas tres fases se les suelen dar nombres diferentes e incluso hay quienes separan la fase de ejecución de la de seguimiento. Yo, sencillamente, he
escogido uno de ellos:
Fase pre-ejecución:
En esta fase se recopila toda la
información disponible y se analiza en busca, sobre todo, de posibles errores o
incongruencias que puedan llevar al traste toda la operación. Normalmente en
esta fase se deben contestar tres preguntas fundamentales: quién, cómo y dónde.
Habitualmente cada una de estas tres preguntas requiere una selección. Por
ejemplo, se pueden seleccionar ciertos agentes u otros, se puede elegir un
lugar u otro, y se puede elegir entre aplicar unos métodos u otros.
A veces, se harán necesarios
análisis adicionales como pueden ser estudio de rutas, patrones climáticos,
estudio de perfiles, comunicaciones, contramedidas y otras cuestiones más
específicas.
Otro aspecto clave es el análisis
de escenarios post-ejecución tanto en el caso de que la operación tenga éxito
como en el caso de que algo falle. Muchas operaciones llevadas a cabo con
relativo éxito fallan en sus objetivos porque no se han tenido en cuenta todas
las posibles derivadas.
Fase de Ejecución y seguimiento:
En esta fase se juega la partida.
Se ponen en juego todos los medios materiales, humanos y técnicos. Se trata de
seguir la operación en un espacio temporal lo más corto posible para paliar
posibles dificultades o llevar a cabo un plan B en caso de ser necesario. El
seguimiento siempre es la fase de los nervios, pues si las cosas se tuercen el
personal de la sede central lo vivirá casi en tiempo real, como sucedió en el
caso de los agentes del CNI asesinados en Irak. El seguimiento tiene diferente duración dependiendo del tipo de operación. Hay seguimientos que se pueden medir en dias (como la operación que terminó con la vida de Osama Bin Laden) y otros pueden llevar meses porque se van enlanzando varias operaciones distintas En el caso mencionado, la operación con la campaña de vacunación sirvió para obtener información y de antesala a la operación posterior para eliminar el objetivo. La mente racional huye de las
casualidades en favor de las causalidades, pero cualquier agente operativo te
dirá que, muchas veces, es necesario tener la suerte de cara. Un pequeño
detalle insignificante puede dar al traste con meses de trabajo de
planificación y entrenamiento.
Fase post-ejecución:
En esta fase se analiza el
porcentaje de éxito o fracaso de la operación y su repercusión a todos los
niveles. Se compara el escenario conseguido con los escenarios que previamente
se habían dibujado en la fase de pre-ejecución y se comunican los resultados a
la autoridad competente. Hay que tener en cuenta que muchas operaciones se
construyen como antesala de otras, esto es, un solo objetivo puede llevar aparejadas
más de una operación para conseguir llegar al escenario deseado.
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